No es sólo físico

Cuando comenzamos a practicar, sólo estamos pendientes de copiar lo que hacen nuestros compañeros de tatami y de entender qué dice el instructor, no mucho más.

Pero con el correr del tiempo, vamos dándonos cuenta de que las técnicas son variadas y parten de diferentes agarres y ataques. Son tantas y admiten tantas variaciones que se suele decir que son infinitas.

Asimismo, casi todas ellas tienen su variante Omote, en la que el movimiento se realiza por delante del cuerpo de aquel que ataca (llamado indistintamente Tori o Nage). Y Ura, en la que el movimiento se realiza por detrás del cuerpo del que ataca.

El actual Doshu, Moriteru Ueshiba (nieto de O’Sensei), en su libro “Aikido paso a paso, una guía práctica”, nos enseña que las técnicas se basan en movimientos naturales, y que a su vez la naturaleza descansa sobre los principios del ying y yang, polo positivo y negativo.

También nos explica, que las técnicas Omote, se caracterizan por movimientos de entrada, entrar en el ángulo muerto del oponente para controlarlo. Los movimientos son circulares, pero tienen un fuerte elemento de entrada directa.

Después nos sigue diciendo que en las técnicas Ura, se gira dibujando un amplio movimiento circular para controlar al oponente. “Se está alrededor de un centro estable, se atrae al oponente a la esfera de uno y se rompe su postura para controlarlo. Se basa en el principio de circularidad”.

Cuando aprendemos ambas versiones, nos suelen enseñar que las mismas son para responder a situaciones diferentes, en función de la velocidad, la intensidad o la violencia del ataque.

Esto es cierto y además leímos antes la explicación que nos dió Doshu de las diferentes formas.

Sin embargo, no puedo dejar de recordar el punto de vista de un maestro que lamentablemente pasó a otro plano hace un tiempo, que era sumamente generoso en sus clases y en sus charlas.

Lo que me resultó muy interesante, fue que la descripción que hizo para explicar la diferencia entre Omote y Ura, se apartó de la visión “física” de la técnica en sí misma.

Él dijo que cuando uno tiene un problema, cualquiera sea, puede optar por dos temperamentos:

O lo enfrenta, es decir lo acomete en forma directa, que sería la versión Omote de la técnica.

O busca una perspectiva distinta, es decir modifica la posición en la que se encuentra, que sería la versión Ura de la técnica.

No solo me pareció muy interesante desde el punto de vista pedagógico, ya que muchas veces resulta difícil para los practicantes (nóveles y no tanto) entender la diferencia entre los movimientos y la utilidad de los mismos. Sino que además, desde el punto de vista conceptual, me pareció extremadamente enriquecedor.

Armando Hamada Sensei, con más de 30 años de práctica a cuestas, logró de forma simple pero no por eso falta de contenido, explicar el porque de la existencia de las dos versiones de las técnicas.

En el Aikido, como en la vida, no siempre hay que optar por una única forma de resolver las cosas.

Dependiendo del contexto en que nos hallemos, podemos resolverlo enfrentando el problema o buscando una nueva perspectiva. Pero eso sí, lo que no deberíamos hacer es dejarlo sin resolver.

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