Esto recién empieza
“…¡El mayor peligro es el orgullo! No debemos olvidar que,
en el instante en que surge la idea de que nuestra técnica es buena,
acabará todo progreso…”
Nobuyoshi Tamura, “Aikido, etiqueta y transmisión”
A veces cuando vamos a practicar nos sucede que Sensei o el instructor a cargo nos corrige constantemente. Hay personas que se molestan con esas constantes correcciones y hasta he escuchado a algunos de ellos decir: “Yo no vengo más, me están corrigiendo todo el tiempo”.
Muchas veces me pregunté ¿por qué les molestan las correcciones?
Y si bien no creo tener la respuesta, ya que cada persona es particular, creo que se debe a la creencia de que al haber alcanzado una cierta graduación ya no tienen más nada que aprender.
Se me vino a la mente el recuerdo de una clase de Danes (alumnos que ya han alcanzado el grado de Dan), en la que Roberto Palma Sensei, habló sobre la “ceguera del experto”.
Sensei se refiere de esa manera a los practicantes que se cierran y no quieren aprender más. Entonces al tomar clases hacen lo que vienen haciendo hace años, sin incorporar nada nuevo (sin permitirse incorporar nada nuevo). Y de esa forma, dejan de evolucionar.
Van a Seminarios (si no saben lo que es un Seminario les recomiendo que lean ésta entrada) a tomar clases, pero no hacen lo que está mostrando el Sensei a cargo, sino que hacen lo que ellos quieren.
Cualquiera que haya concurrido a uno de estos eventos se debe haber topado con uno de estos ejemplares, que descartan lo que el instructor está mostrando y hacen lo que se les ocurre.
Yo he visto algunos inclusive, que organizan una especia de clase paralela en la que ellos enseñan lo que creen que es correcto. Casos extremos, si los hay.
Por otra parte, lejos de sentirnos molestos por la atención del instructor deberíamos agradecer el hecho de que se tome el tiempo de corregirnos, ya que el nos está viendo desde un punto de vista que es imposible que tengamos nosotros. Desde “afuera” por así decirlo.
Lejos está de ser algo ofensivo, sino más bien todo lo contrario. Nos está ayudando a mejorar nuestra técnica, postura o lo que sea que nos esté corrigiendo.
Entonces, seamos agradecidos y aprovechemos la actitud de Sensei.
Y estemos abiertos a aprender, porque si dejamos de hacerlo justamente es en ese momento que dejamos de crecer y de progresar, para comenzar a declinar. Cuando el individuo deja de crecer, comienza a fenecer.
Esto podemos aplicarlo a todos los planos de nuestra vida, pero sobre el tatami cuando creemos que lo sabemos todo y que ya no tenemos nada que aprender, caemos entonces en la ceguera del experto y detenemos nuestro avance, nuestro crecimiento.
No permitamos que eso nos suceda, sigamos aprendiendo hasta el último día de nuestra vida.
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