Don´t stop!

 

El fracaso es la clave del éxito; cada error nos enseña algo”.

(Morihei Ueshiba)



Ya dedicamos una entrada a contar en detalle cómo es una práctica normal en el Dojo. Si bien nos centramos en la explicación de una primera clase para aquel que no tiene experiencia, la realidad es que las sucesivas serán, en líneas generales, similares. Les recomiendo leerla.

A modo de resumen e introducción para el presente post, un entrenamiento normalmente inicia con ejercicios de calentamiento y luego en la ejecución de técnicas que indica el instructor a cargo de la clase.

Normalmente se arranca con técnicas básicas para luego, al ir avanzando la clase, llegar a técnicas de mayor complejidad.

El aprendizaje, se basa en la repetición de los movimientos, buscando que el cuerpo los “recuerde”, con el correr del tiempo y los internalice.

A medida que se va avanzando en los años de práctica, será posible ir incorporando, capa sobre capa, técnicas que requieren mayor fineza de movimientos y mejor coordinación entre el cuerpo y la mente (también sobre éste punto haremos una entrada específica).

Sin embargo, muchas veces sucede que el principiante y el no tan principiante, cuando se equivocan en la realización de la técnica interrumpen su ejecución y vuelven a empezar.

En ésta entrada anterior, hablé específicamente sobre porque no debo detener la ejecución de la técnica.

Pero también sucede que aquel con mayor tiempo de práctica corrige al novato, deteniéndolo en la ejecución de la técnica y corrigiéndolo. O se empeña en explicarle verbalmente conceptos o detalles para los que el principiante no está preparado, aún.

Una de las reglas de etiqueta del Dojo hace alusión específicamente a que solo debe dar indicaciones el instructor que se encuentra a cargo de la clase. 

No por una cuestión de ego personal de éste, sino porque es el único que está en condiciones de valorar el nivel del practicante y la pertinencia o no de la corrección y la explicación respectiva.

Por otra parte y esto lo he experimentado personalmente, no es lo mismo estar practicando que estar a cargo de la clase, ya que el instructor no está involucrado en la realización de la técnica y por eso puede ver detalles que aquel que está ejecutándola o siendo uke no puede ver. Los roles que se desempeñan en cada momento son diferentes.

Por otra parte, si se interrumpe constantemente la ejecución de la técnica no hay posibilidad de que el movimiento llegue a ser registrado. El cuerpo no podrá ir aprendiendo ni recordando nada, ya que no se concluye nunca la totalidad del movimiento, sino que incorporará fracciones de éste y nunca la totalidad. 

Información desaparece

Además, se aprende mucho más detectando el error en nuestro propio cuerpo, percibiendo que lo que estamos haciendo es incorrecto que si recibimos una corrección que nos impide avanzar aunque sea cometiendo errores.

Y no solo eso, sino que tal vez, lo que estamos haciendo y se considera un error no lo es. El hecho de que el instructor haya mostrado una técnica avanzando con una pierna y no con la otra, no significa que lo contrario sea incorrecto absolutamente, sino que tal vez se trate de otra técnica que todavía no se ha aprendido.

Es por eso que también, el error en la repetición exacta de la técnica mostrada, puede llevar al practicante al “descubrimiento” de otra técnica.

No se detengan, terminen la ejecución del movimiento y si no fue correcto, vuelvan a intentarlo una y mil veces, pero conclúyanlo. Veremos en una entrada posterior que son necesarias muchas repeticiones del movimiento (técnica), para considerar que la conocemos (no que la dominamos).

Si interrumpen constantemente lo más probable es que se frustren y en definitiva retrasen el aprendizaje.

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